«… Poca cosa es la vida si no piafa en ella un afán formidable por expandir sus fronteras. Se vive en la proporción en la que se ansía vivir más. Toda obstinación por mantenernos dentro de nuestros horizontes habituales significa debilidad, decadencia de las energías vitales. El horizonte es una línea biológica, un órgano viviente de nuestro propio ser. Mientras gozamos de plenitud, el horizonte emigra, se dilata, ondula elástico casi al ritmo de nuestra respiración. En cambio, cuando se fija, significa que se ha anquilosado, y que nosotros ingresamos en la vejez».
José Ortega y Gasset,
La Deshumanización del Arte.